GUSTAVO GORRITI
A principios de la década del ochenta, una investigación publicada por la revista Caretas reveló información contundente que cambió sustancialmente el curso de nuestra historia política. Carlos Langberg, siniestro dueño de un periódico panfletario, resultó ser uno de los narcotraficantes más poderosos y temidos del país. Hasta entonces, Langberg había logrado influenciar y dominar cruciales instituciones y al más poderoso partido político. Sus conexiones con la cúpula aprista y con varios de los más altos funcionarios del régimen de Morales Bermúdez lo convirtieron en una figura peligrosa que amenazaba el frágil régimen democrático de Fernando Belaunde. Publicada por primera vez en el 2006, La calavera en negro da cuenta del ascenso y caída de Langberg, de la desarticulación de una organización criminal fraguada en complicidad con el Estado, y del terremoto político que remeció los cimientos del partido aprista -dejando abierta una ventana por la cual emergió una joven promesa de la política: Alan García. Pero La calavera en negro es sobre todo una crónica minuciosa y apasionada sobre el oficio periodístico. Es, en última instancia, un riguroso trabajo de investigación y escritura sobre un periodismo valiente en tiempos trepidantes. Ciudadano