CRISTHIAN BRICEÑO
En el mundo delineado por Briceño, los paradigmas de moral han sido desplazados para dar paso a un total vacío. No existe, no evidentemente, la condolencia ni el duelo por la partida o muerte, ni siquiera si esta es trágica, de los seres queridos. La vida, en estos textos, se desarrolla con implacable serenidad.
Más que cinismo, se trata de una especie de encubrimiento del dolor; este pareciera ser tan brutal que la única forma de afrontarlo es asumiendo la pérdida como algo sin importancia, casi natural. Esta negación es una especie de regresión infantil que termina por plasmar una atmósfera verdaderamente enrarecida y perturbadora.
Y no se le puede pedir nada más.