JIMENEZ, JORGE
PORFIRIO DÍAZ dijo a la prensa, en 1883, que sin pretender ser un hombre de negocios consumado consideraba que el Tratado de Reciprocidad con Estados Unidos debería ser aprobado por el Congreso de esa nación. En el momento de decir estas palabras se preparaba para iniciar un viaje al país del norte, con el objeto de promover una empresa personal, misma que acababa de celebrar un contrato con el gobierno para construir el desagüe de la ciudad y valle de México, además de proponerse conocer políticos y empresarios estadounidenses, así como visitar la sede de dos compañías de seguros de las cuales había sido representante en México. A partir de entonces, y enfundado en su uniforme de general empresario ?imitando a los generales de la Guerra Civil de ese país, que vinieron a México a promover toda clase de negocios?, Díaz fue conocido en Estados Unidos no como un caudillo tipo Santa Anna, o un político tradicional como Benito Juárez, al que quiso derrocar, sino como un representante de la naciente burguesía mexicana, deseoso de reelegirse para hacer negocios propios y promover los de personas que le eran leales, aprovechando su poder político