MARTIN KOHAN
Quizás como solo David Viñas, es decir como nadie en la actualidad, Martin Kohan viene llevando a cabo una reflexión sobre lo popular y los mitos argentinos, sin dejarse atrapar jamás por ellos. Kohan no piensa lo popular como un entomologo, sino al contrario, como alguien que se fascina con enchastrarse en el barro de lo nacional. Su obra vive en ese mundo, sin tener un ápice de populista. En Ojos brujos es el bolero y sobre todo el tango: nada de lo nuestro escapa a su sensibilidad de intelectual, que en un mismo movimiento cruza a Benjamin con una prosa de estilista, a la autobiografía solapada con un conocimiento riguroso. Damián Tabarovsky
Vaciar a la canción de su música se parece mucho a ese logro de los físicos oceanográficos que para medir las mareas recurren a una serie de cálculos hechos considerando la existencia de siete lunas. El procedimiento puede parecer arriesgado, pero el resultado no puede ser más certero. Martín Kohan desviste las canciones encontrando sentido en los lugares comunes de la melancolía amorosa del bolero y la física invertida del tango, donde nada se transforma y todo se pierde. O mejor dicho por Kohan: donde ´todo se pierde porque todo se transforma´. El bolero solicita, el tango reclama. Oir y descifrar. De eso, por otra parte, se trata escribir.