CAÑAS DE PABLOS, ALBERTO
La figura del "espadón", el militar que interviene en la política, no fue un fenómeno únicamente español como tantas veces se ha pensado. Tras la experiencia napoleónica, desde las primeras décadas del siglo XIX, tanto en Europa como en América se fue forjando la imagen mítica del general heroico, siempre a lomos de un caballo, fuerte, ejemplar, abnegado, guardián del honor y la gloria de la nación, defensor de la libertad, pero también de la autoridad y el orden. Cualidades que convirtieron a determinados generales en líderes carismáticos, mesiánicos, tanto en la guerra como en la paz. Condición que los animó a no quedar al margen de la vida política y a intervenir en la misma en momentos delicados: unas veces, llamados por civiles deslumbrados por el carisma de estos "centauros" o "espadones" que veían en ellos al líder capaz de sacar al país de sus problemas y acabar con las amenazas internas o externas; otras, por iniciativa propia, ya fuera por vías democráticas o no tan democráticas.