GRECIA CÁCERES
Los algodones rojizos se amontonaban. Con la mala luz el efecto era aún más asqueroso. Como una herida que se limpia, la sangre de color chillón le recordaba las escenas de la fotonovela. Cuando por fin contempló sus uñas limpias y cortas, a pesar de estar fragilizada por el producto, sus manos le parecieron menos rojas, sus dedos más largos y elegantes y sus anillos dorados resaltaban mejor contra la piel sin el contraste de color. Qué alivio, como levantar las piernas después de una larga jornada, el cuerpo respondía a los cuidados, sus manos rejuvenecían, el mundo parecía más simple y más sano.