CÉSAR AIRA
Lo mío no es derribar puertas a puntapiés, sino probar llave tras llave hasta oír el suave clic que tranquiliza y gratifica. Debo reducir las incógnitas, para lo cual antes tengo que analizar el Gran Misterio, dividirlo en los pequeños misterios que lo conforman, tomar uno, investigarlo a fondo, rastrear sus raíces y consecuencias. Una vez que termine con uno, pasar a otro y someterlo a la misma inquisición. Salvo que no sea necesario porque podría bastar con uno, uno solo podría entregarme las claves. Si no fuera así, seguir con un segundo, un tercero, triangular, comparar, si es necesario agotar toda la provisión de misterios, cosa que me llevaría una eternidad. Claro que en el camino podría arriesgar una generalización, y ponerla a prueba, y dejar descansar por unos minutos al pensamiento cansado.