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La moral y la ética son temas que vivimos y respiramos todos los días, entendemos cómo comportarnos en grupo y debatimos qué está bien o qué está mal en cada acto que realizamos. Así, al momento de leer nos damos cuenta de varias cosas, cuestionamos si lo que dice el autor está bien o mal, sentimos conflicto por el comportamiento de un personaje y hasta nos identificamos con algunas de sus experiencias; pero ¿qué sucede si no nos cuestionamos y solo lo aceptamos?
A lo largo de mi vida como lectora he leído cientos, por no decir miles, de historias en diferentes formatos, a tal punto en el que he llegado a olvidar qué he leído y qué no. Es así que, como alguien que ha crecido leyendo de todo, he visto que hay un tema muy preocupante en el género de romance, la normalización y romantización de conductas que se pueden considerar morales pero que, analizándolo de un punto de vista más empático, por no decir feminista, da mucho a debatir.
Con el presente éxito de Collen Hoover y su más famosa historia ‘’Al final del círculo’’ y la traducción y venta de Twisted Love de Ana Huang he notado que hay conductas y escenarios que se justifican o se disfrutan a pesar de lo cuestionables que resultan. La justificación del comportamiento abusivo de uno de los personajes principales con su pasado y la notable romantización del abuso doméstico del libro de CoHoo (sin mencionar el escándalo del libro para pintar) son los principales aspectos por los que soy una de las muchas personas en booktok que no apoya la popularidad de la autora y la masificación de sus trabajos. Así mismo, debido a la gran cantidad de historias que he leído me he vuelto más selectiva y particular a la hora de calificar y recomendar contenido, siendo Twisted Love de Ana Huang otra de las historias que no apoyo debido al carácter del personaje masculino principal.
Deduzco que es debido a todos los personajes que he conocido y sus variaciones dentro del mundo del fanfiction que soy más consciente y se me es más fácil identificar sus conductas; así mismo, algo que no se menciona mucho es que por lo menos dentro del fanfiction se tienen las trigger warning (TW) donde se mencionan aspectos como el dub-con, non-con, bullying, body shaming, domestic violence, etc. Y es por eso que el lector se prepara y reconoce en el momento preciso dónde es que sucede; empero, al momento de leer novelas físicas no siempre se tienen esas etiquetas a la mano, y se puede pasar por alto conductas normalizadas en la sociedad: las relaciones sexuales maritales donde al inicio una persona no quería tenerlas pero se justifica con que ‘finalmente lo disfrutaste’, la manera en la que un personaje masculino califica despectivamente a todas las mujeres pero ve de otra manera a la protagonista porque ella es ‘diferente a las demás’ (motivo por el cual dejé de leer Twisted Love), comportamientos abusivos justificados con un pasado traumático.
Hay cientos de escenarios dentro de la literatura romántica que lamentablemente se comercializan y presentan como normales a pesar de lo incorrectos que son, sin mencionar que se expone a un público joven a un medio de entretenimiento que en vez de presentar el contenido como problemático para mejorar su forma de ver el mundo, les crea dudas o ideas equivocadas sobre lo que es el respeto, amor y consentimiento, y es que en este punto de la historia no se puede dudar del poder que tiene el contenido de entretenimiento sobre la vida de las personas. Además, tenemos que reconocer que sí hay grupos que disfrutan del romance oscuro, pero el romance oscuro es conocido por lo cuestionable que es, ese factor de inmoralidad como los secuestros y la violencia es parte del género y se reconoce como algo que no debe tomarse como ejemplo, en ningún momento se normaliza.
En conclusión, no es incorrecto que haya y se comercialicen historias con elementos que vayan en contra de lo socialmente aceptado y correcto, pero no se puede pretender normalizar y romantizar conductas que durante siglos se han discutido para mejorar la situación de las mujeres en la sociedad. Es así que es importante cuestionar todo el contenido que consumimos y dejar en claro los escenarios que no deberían considerarse como ‘moralmente correctos’, pues de lo contrario, se estaría fomentando al retroceso de una lucha tan larga como es la de la equidad de género y el bienestar de las mujeres.
Milagros Teresa Chirinos Aguilar
Érase una vez, en un pueblo muy lejano ... mentira, esto no es un cuento es una historia real, la historia de mi vida literaria (sólo una pequeñísima parte). Bueno, vamos al asunto, tengo dos amigas que les recontra mega encanta Jane Austen, especialmente orgullo y prejuicio, una es más fan que la otra y siempre, cuando se les presenta la oportunidad, mencionan que orgullo y prejuicio tal cosa o tal otra y siempre hago el mismo comentario (por el cual recibo sermones por parte de las dos): "no he leído orgullo y prejuicio y ninguna novela de Jane Austen" y cuando digo que vi la película solo una vez (la del 2005, que también les encanta), a pesar que ya saben eso, igual sermón (es decir, para que se entienda mejor, sermón = al acto de reclamar por mi falta de interés en algo que a ellas les encanta).
En fin, yo soy más de novelas de aventuras, terror, suspenso, ficción y sus respectivas combinaciones, nunca me atrajo leer novelas románticas o de época, hasta hace unas semanas que decidí, por mi propia voluntad y totalmente consciente de mis actos, comprar orgullo y prejuicio, principalmente para saber porque a mis amigas les gusta tanto. Pues de hecho fue una muy mala idea, empecé a leer en modo neutral para dejarme llevar por la historia olvidando por un momento que no es de mis géneros favoritos, al inicio al ver ese lenguaje antiguo me dije "uy, madre mía, voy a sufrir" pero no, todo lo contrario, me encantó, lo sentí fluido y aunque hay palabras que nunca en mi vida había leído, se deja leer y entender con facilidad. Cada vez que lo leo me transporto a esa época, imagino el pueblo, las casas, los paisajes, los atuendos y costumbres, todo, como si estuviera ahí siendo partícipe de la historia.
Ahora cada día espero un tiempo de tranquilidad para agarrar el libro y seguir leyendo, cada vez tan cerca al final que, a pesar de que ya me lo espoliaron un sin fin de veces, espero con ansias llegar. Por lo tanto, declaro que es culpa de mis amigas, más de una que de la otra, que ahora quiera leer las otras obras de Jane Austen, las cuales he colocado en mi lista de próximas lecturas y todo por querer saber por qué les gusta tanto orgullo y prejuicio. Y por este motivo digo que fue muy mala idea, ahora tengo una nueva obsesión.
Y para concluir dejo esta duda que me surgió mientras escribía esto que están leyendo: ¿Acaso esa negativa inicial de no querer saber nada de este tipo de novelas era mi subconsciente que se negaba a iniciar esa lectura porque sabía que me iba a gustar y quería por lo tanto evitarme el suplicio de estar buscando ofertas para hacerme de los libros de Jane Austen? Porque sí, soy "pobre" y a veces ni con las ofertas me alcanza, pero eso es para otra historia, la de mi vida económica, que sería más una historia de terror al mismo estilo de Stephen King.
Escrito por Blanca Cuadros
Mary Wollstonecraft Shelley a la edad de 18 años se propuso crear una historia de miedo, que, en sus propias palabras, “al recorrerla, el lector sintiera pavor de mirar alrededor, que la sangre dejara de circular por sus venas y acelerara los latidos de su corazón” (pág. 277). Y, aunque parezca pretencioso, a mi parecer lo logró. Desde su publicación en 1818, es decir, hace ya más de 200 años, su novela “Frankenstein o el moderno Prometeo” se ha consagrado como un ícono del terror. ¿Quién no ha visto alguna vez una película o serie con el clásico monstruo verde, deforme, con tornillos y que apenas puede formular oraciones gramaticalmente correctas? Pues, si crees que esta descripción corresponde al auténtico Frankenstein de Mary Shelley, déjame decirte que has vivido toda tu vida engañado.
¿Qué es lo que define a un monstruo? ¿Una apariencia hórrida o quizás unos sentimientos y actitud perversas, o ambos? Esta es una cuestión que se desprende de la novela. Además, surgen otras interrogantes como ¿Frankenstein era en realidad un monstruo? ¿Quién era el verdadero monstruo de la historia? ¿Qué motivó a su creador a darle vida a tal imitación (fallida) de un ser humano? Muchas preguntas, lo sé, pero eso es precisamente a lo que nos invita la literatura: a cuestionarnos, reflexionar, opinar, y más si se trata de un clásico tan aclamado.
Sobre la cuestión de ¿qué es lo que define en realidad a un monstruo? Muchos autores concuerdan en que el monstruo es un ser que va contra natura, es decir, que va contra la naturaleza y el orden habitual de las cosas. Michael Foucault, reconocido filósofo y sociólogo francés, en su libro Los anormales explica cómo la noción de “monstruo” y “monstruosidad” ha evolucionado con el pasar de los años. Y es que, a inicios del siglo XVII, se hacía referencia a la monstruosidad y anormalidad biológica o física, que, por cierto, era considerada ilícita. Esto va alineado a una corriente criminológica que surge posteriormente en el siglo XVIII llamada “positivismo criminológico”, basada en la idea de que la belleza física era el reflejo del alma y la nobleza, por ende, una apariencia fea y “anormal” como la de la criatura (sin nombre) creada por Frankenstein se asociaría rápidamente con maldad y hasta como algo criminal y que debía ser prohibido o castigado; el mismo Víctor Frankenstein expresa una idea que da pie a ello “Ningún mortal podía soportar el horror que inspiraba su rostro” (pág. 61). Si causaba esa sensación de horror en las personas con solo verlo, sería lógico pensar que éstas no quisieran estar cerca de él y lo consideren una criatura despreciable, ¿no? Y hasta pretendan condenarlo por su monstruosidad y a su creador por ignominia (lo cual temía Frankenstein).
Como refiere Foucault, no es hasta mediados de siglo XIX cuando se comienza a hablar ya no de una apariencia que denota criminalidad, sino, de un comportamiento criminal, esto es: la monstruosidad de la conducta. De esta manera, quien es un monstruo (biológicamente hablando) podría ser un criminal, pero quien es un criminal (por su conducta) ES un monstruo. Volviendo al libro que nos compete, por su propio testimonio, se sabe que la criatura creada por Frankenstein nació libre de malicia, era alguien noble y hasta humanitario, sus actos para/con la familia De Lacey y su deseo de ser amado por otros lo demuestran, pero ese comportamiento benévolo cambia al ser tratado con desprecio y odio por su anormal apariencia. Aquí aplica la frase de nuestro viejo amigo
Shrek- quien también fue considerado como monstruo en su momento por ser un ogro: “me juzgan sin siquiera conocerme”. Y es que, la criatura podía comunicarse (hablar y entender) y era bastante inteligente. Pero, eso no era suficiente para la sociedad. Así, en su sed de venganza hacia su creador y la humanidad entera por despreciarlo, asesina a personas inocentes y hace desgraciada la vida de los seres amados de aquellos a quienes asesinó. Sin duda, una conducta que puede ser tachada de monstruosa.
Habiendo explicado todo lo anterior retomemos la pregunta inicial, pero esta vez reformulada: ¿era la criatura creada por Víctor Frankenstein un monstruo en realidad? A mi parecer, la sola idea de la apariencia física anormal (aunque pueda parecer espeluznante) no basta para catalogar a alguien o algo como un monstruo, pero sí se consolida como tal cuando la criatura adopta un comportamiento criminal. Ahora bien, ¿la conducta de Víctor al haber creado a semejante ser al que desde un inició despreció puede catalogarse como monstruosa? ¿él también fue un monstruo que dio vida a otro? Lo dejo a criterio de cada uno de ustedes.
Finalizo con esto. Sin duda “Frankenstein o el moderno Prometeo” de Mary Shelley es una historia de miedo, de monstruosidad, que invita a la reflexión a sus lectores y un clásico de la literatura universal que toda persona debería leer por lo menos 1 vez en su vida.
AUTORA: Leydi Milagros Quispe Ramos Número de palabras: 832
Referencias
Foucault, M. (2017). Los anormales. México: F.C.E
Shelley, M. (2017). Frankenstein o el moderno Prometeo. Panamericana Editorial.