JOSÉ M. HELFER
Mientras las familias burguesas latinoamericanas, de Lima, Caracas, Guayaquil o Ciudad de México, veían disminuir poco a poco su importancia social y sus ingresos y se quejaban de la «desaparición de la clase acomodada», en los alrededores de sus ciudades surgía una sociedad distinta, que crecía y se desarrollaba sin pausa. Los habitantes de esos nuevos barrios, contrariamente a sus vecinos del centro, durante los últimos cuarenta años vieron crecimiento y progreso en sus familias y sus vidas. El abuelo, campesino rechazado por el campo, conquistó un pedazo de cerro o arenal y comenzó con una casita de pajas y cartones. El padre creció en el primer piso de una casa de ladrillos y fue chofer de taxi. Finalmente, el nieto vio ya la casa con tres pisos y estudia para ser especialista en computación.